Una oportunidad para una buena reforma tributaria

17 / 03 / 23 Por: Ricardo Salman Aburdene, Presidente CChC Chillán
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El reciente rechazo de la reforma tributaria por la cámara de diputados, nos deja grandes desafíos, sabemos que hay que financiar derechos sociales, y en eso hemos estado siempre de acuerdo y dispuestos a colaborar, pero esto no puede ser a cualquier costo, en especial si perjudican a los más vulnerables.

Esperamos contribuir a la discusión para lograr aprobar una reforma que sea eficiente, que se traduzca en beneficios de mediano y largo plazo para el desarrollo de las familias y del país. Este objetivo se cumple necesariamente con una reforma que sea pro inversión. Nada reemplaza al empuje del capital humano y empresarial para tirar el carro del desarrollo, empleo y beneficios sociales, y para eso hay que generar los incentivos, como al ahorro.

El empresario hace un esfuerzo sacrificando consumo presente para financiar la mayor inversión posible, con beneficios en la actividad económica, ofreciendo bienes, servicios y empleo en su proceso, esto no se puede castigar, al revés, se debe fomentar.

Un factor que también debe estar presente, es el control de la evasión, en cuanto al IVA y al comercio informal. Siendo el IVA el impuesto que aporta mayor recaudación al fisco, presenta un 19% de evasión, por ello una sana medida sería que una parte de los recursos recaudados por este concepto vayan en directo beneficio de los ahorros previsionales de la misma persona quien gasta, de esta manera estaríamos transformando a cada consumidor en un fiscalizador, porque se estarían incrementando sus ahorros previsionales para su propia jubilación, de esta manera ayudamos a resolver 2 problemas: la evasión y la jubilación, con el beneficio para el Estado de resolver el problema de la falta de ahorros sin un costo para las arcas fiscales, ya que, salen del propio control de la evasión realizado por los mismos contribuyentes simplemente al exigir la emisión de la boleta.

Otra forma de recaudar dineros es modernizando y haciendo más eficiente al Estado, ya que actualmente existen según DIPRES, 159 programas con una evaluación deficiente, que representan US$ 14.121 millones, un 4,5% del PIB, dineros que podrían ir en beneficio de financiar el equivalente a 217 mil viviendas cada año, recursos que son más de 3 veces la meta anual del plan de emergencia habitacional.

Otra medida en favor de las pymes, podría ser bajar su tasa de impuesto al 17%, dando así un golpe a la elusión, ya que más empresas se formalizarían, y con ello también sus trabajadores, contribuyendo así a la seguridad social. Nuevamente en este caso el costo fiscal estaría compensado por una mayor actividad económica. Por cada 1% de crecimiento en el PIB crece un 1% la recaudación fiscal.

También se debe reconocer que el déficit habitacional se agrava si quitamos los beneficios del DFL2, con un mayor costo para la clase media al gravar los arriendos, desincentivando su oferta, con el consiguiente incremento en su valor.

En esta reforma también debe considerar a la clase media, la cual financia con esfuerzo y por su cuenta los gastos en salud, medicamentos, educación, jubilación y vivienda, sin un costo para el Estado. Este gran alivio para el Estado de ahorro de costos que le permite focalizar en los más vulnerables debe ser premiado permitiéndoles a estas familias reducir de sus impuestos dichos gastos. La clase media está muy ahogada y si no la salvamos en esta reforma, terminará desapareciendo, empeorando la tan criticada desigualdad.