SALVEMOS EL OASIS

15 / 03 / 19
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Tanto para el calameño, nacido y criado, como el de corazón, el recuerdo del Oasis evoca nostalgia y desencanto.

Ese remanso que junto al río Loa acogió a muchas familias en su paseo dominguero de antaño, es hoy parte de la ciudad o, mejor dicho, la ciudad es parte de él, ya que gracias a este Oasis es que fue posible cimentarla.

Pero ¿dónde esta hoy?, ¿quién piensa en él?

La verdad es que tristemente, década a década lo hemos visto ir desapareciendo. Y nuestra ciudad, que nació como un villorrio gracias al Loa y al Oasis que permitió el desarrollo de la agricultura, cedió espacio a una matriz económica bastante más rentable que fue la minería.

Así, fue necesario crear villas para acoger a la gente que motivada por el desarrollo y la bonanza llegó a la ciudad y, poco importó nuestro Oasis. Y fue así como comenzó a ser sepultado por la selva de cemento.

Como Cámara Chilena de la Construcción, sede Calama, queremos hacer un llamado a detener este avance sistemático. Queremos hacer un llamado a detenernos a pensar en nuestro Oasis y, por qué no, repensar la ciudad que queremos.

No vamos a referirnos a números ni a porcentajes de Oasis sepultado. Queremos invitar a la comunidad y a las autoridades a pensar en lo que queremos dejar a nuestros hijos.

Creemos que es posible (y necesario) pensar en un plan que fomente el aumento de la densidad poblacional dentro del área definida como urbana, aumento de las edificaciones en altura.

Debemos terminar con la autorización de áreas mixtas, las que finalmente terminan con ahogar ahogando la vegetación. La autoridad debe ser más estricta y hacer cumplir las normas que rigen las áreas mixtas existentes, aplicando multas severas a quienes usen áreas agrícolas para otros fines.

Desde nuestra perspectiva, como CChC Calama, vemos con preocupación el uso de suelo definido como Zona de Oasis El Loa (ZOL) donde los loteos de terrenos agrícolas podrán disminuir las superficies y no existe organismo alguno que vele efectivamente por el cumplimiento del uso de esos suelos.

En una ciudad como Calama, donde los espacios públicos son escasos y muy por debajo de la media nacional, la invitación es a salvar nuestras áreas verdes, a salvar nuestra esencia, a salvar el Oasis que nos permitió fundar esta ciudad.