Reformando la reforma

30 / 03 / 19
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Por Alicia Vesperinas

Presidente CChC Osorno

Publicada en Diario Austral Osorno el 30 de marzo del 2019.

Desde que el mundo es mundo, todas las sociedades han aplicado el cobro de impuestos a sus habitantes. Ya sea para complacer a los dioses o al jefe de turno, para controlar el comercio o para asegurar el dominio sobre pueblos vencidos, prácticamente nadie se ha salvado del cobro de tributos. Las primeras leyes tributarias aparecen hace 5.000 años en Egipto, China y Mesopotamia y en sus escritos se puede leer “se puede amar a un príncipe, se puede amar a un rey, pero ante un recaudador de impuestos, hay que temblar” dejando en evidencia que en este ámbito no han cambiado mucho las cosas a través de los siglos. Hay quienes piensan que el pago de impuestos es el precio que debemos pagar por vivir en una sociedad civilizada, como reza la inscripción ubicada en el edificio del Servicio de Rentas Internas, en Washington DC, el equivalente a nuestro SII.

Como sea, no es un tema fácil. ¿Quiénes deben pagar más? ¿Cuánto es lo justo? ¿A qué se debe destinar lo recaudado? Son temas que están en permanente debate. A las preguntas anteriores se suman cuestiones que surgen con los avances tecnológicos; ¿Cómo se cobran impuestos a las plataformas digitales tales como Netflix? ¿Es Uber un intermediario o una empresa de transportes? ¿Dónde residen los servicios en la nube?

En pocos días más se deberá votar la idea de legislar del proyecto denominado “Modernización Tributaria” que busca corregir el código aprobado hace pocos años. Sus impulsores argumentan que estimulará la economía y el crecimiento, que tendrá efecto neutro en la recaudación y que favorecerá a PYMES y adultos mayores. Por otro lado, sus detractores indican que se busca beneficiar a los “mismos de siempre”, generando regresividad por lo que no lo apoyarán.

Dado tal nivel de desencuentro lo lógico es que el proyecto se analice en detalle en el lugar que nos hemos dado para tal efecto, en el parlamento. Es ahí donde esperamos escuchar los argumentos técnicos y comprender el cálculo que acompaña la retórica de cada cual. Si los parlamentarios se niegan tan solo a iniciar la discusión estarán faltando a su principal labor que es representarnos y consensuar lo que es mejor para todos.

Esperamos que se imponga la racionalidad, que la ley finalmente cumpla con sus objetivos y no tengamos que estar en poco tiempo más reformando la reforma para así continuar manteniendo incertezas que en nada ayudan al despegue de la economía.