Recurso hídrico y calidad de vida

10 / 12 / 20
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Considerando que el acceso al agua es primordial a la hora de definir la calidad de vida de una comunidad, la escasez a la que se enfrenta nuestra zona debe preocuparnos.

El que su consumo vaya en directa relación con el crecimiento de la población, nos obliga a promover que cada ciudadano haga un uso eficiente y responsable de este recurso y, por otro lado, que quienes tienen a cargo su distribución, se comprometan con una gestión sustentable.

Vivimos en una comuna que además de no disponer de este insumo con libertad, se caracteriza por contar con un déficit sostenido en áreas verdes y espacios recreativos, que han quedado en evidencia durante años, tras estudios como el Índice de Calidad de Vida Urbana ICVU, o el Barómetro Regional, y se conectan en gran medida con las limitantes para abastecer un servicio de primera necesidad.

Pero no solo necesitamos agua para nuestros parques y avenidas, sino también para entregar mejores condiciones al sector productivo de la zona. Un ejemplo claro es la situación que vive el Barrio Industrial Puerto Seco, cuyas pequeñas y medianas empresas no cuentan con dicho servicio por ausencia de factibilidades.

La realidad en el resto de la Región de Antofagasta no es muy distinta. Por este motivo, recibimos con alegría la noticia que Aguas Antofagasta entregó en un seminario reciente, donde comunicó que más del 50% del consumo actual de la región, proviene de agua de mar, y que se está invirtiendo para lograr abastecer en un 100% a las comunas de Antofagasta y Mejillones.

Sería ideal si en algún momento esto pudiera ser extensivo a otras comunas de la región, considerando que además de tratarse de un proceso de desalinización amigable con el medio ambiente, garantizaría a nuestras ciudades una mayor disponibilidad de agua potable y saneamiento.

Por eso, retornando a la idea de modernizar procesos, nos gustaría que se concentraran mayores esfuerzos en la permanencia del suministro. De esta forma velaríamos porque se cuente con una infraestructura de respaldo que pueda asegurar el consumo sostenido, evitando que ante eventos climáticos como los ocurridos en el 2019 producto del invierno altiplánico, los ciudadanos deban hacer filas durante semanas para conseguir este recurso desde un camión estanque.

Por último, un detalle no menor sería regular el precio final al consumidor, procurando que sea justo y refleje una administración eficiente, pues estamos convencidos de que al buscar soluciones a una necesidad básica, lo mínimo es velar porque se apliquen en profundidad.