Osorno: Patrimonio

27 / 05 / 17
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Anteayer asistí a una exposición acerca de valoración del patrimonio. El contexto de análisis fue la Plaza de Armas y sus frentes de edificio. Lo más interesante fue que quedó en evidencia los cambios no acertados, que a juicio de los expositores ha tenido, por una parte la Plaza de Armas en términos paisajísticos, y por otra, aquellos observados en el edificio municipal.
El primero porque el arquitecto y paisajista alemán Oscar Prager propuso dos ejes en cruz con una serie de hileras de arboledas perennes y caducas para distinguir los frentes reforzando su diseño, de las cuales sólo se conservan dos y algo más, y dónde parte de ellas han sido reemplazadas sin conocimiento de la idea original de abrir y cerrar estos frentes de manera natural utilizando el follaje.
El segundo porque Erwin Weil, Premio Nacional de Arquitectura, proyectó el edificio consistorial en base a dos elementos: una placa y una torre. Esta última ha perdido también la idea original de verticalidad traducida en finas líneas longitudinales que la estructura posee, y que se han ocultado por la falta de profundidad de los antepechos que soportan las ventanas horizontales, y que Weil en su diseño disimuló para realzar la vertical. Pero quizás la transformación más importante e imperceptible a la vez radica en la pérdida total de su terraza, dónde funcionó un café, constituida por un leve plano horizontal como cubierta que daba término al edificio, y que hoy se oculta por un frizo que suma un piso más al el edificio.
Es aparente que la conservación del patrimonio sean edificios, conjuntos, sitios o lugares de interés no sólo depende de la obvia inversión para el cuidado y mantención de los ellos, sino también de tener los conocimientos que permitan recuperarlos de manera eficiente y acorde a las ideas originales de quienes los proyectaron, y por cierto, de la valoración de la comunidad considerándolos como propios, sin rayas ni grafiti, pero, ¿Cuánto de lo uno, de lo otro, o de lo último aportamos? Muy poco. Es imposible sostener nuestro patrimonio si no contamos con los conocimientos para resguardar el origen y el sentido primero que ellos tuvieron, y menos sin recursos.
Abrir los edificios a la comunidad para que se conozcan el Día del Patrimonio y generen al menos una conciencia de los que tenemos, es un primer paso, pero aún insuficiente.
Se requiere, por una parte, aportes reales en incentivos económicos y compensaciones para quienes posean estos edificios o áreas de interés patrimonial -en el caso de municipios- pues es claro que sus propietarios no son capaces de abordar ni soportar la mantención quedando a merced de la voluntad o del paso del tiempo…. y no tendrían por qué, pues es el patrimonio de todos.
Por otra parte, localmente debemos generar, además de conocimiento técnico y cultural para su preservación, un plan de desarrollo patrimonial en el PRC en estudio que advierta e incorpore otras edificaciones, conjuntos y sitios de interés, como por ejemplo edificios industriales, tal que permitan su transmisión al futuro.
¿Cuántas casas Follert debemos tener para darnos cuenta?

Paulo Arce Moreno

Presidente de la CChC Osorno