LA NEGOCIACIÓN EN TIEMPOS COMPLEJOS

22 / 07 / 16
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El compromiso, entendido como el acuerdo entre las partes luego de transitar por una instancia de negociación, es lo que sella la relación entre dos personas u organizaciones. Sin querer ahondar en temas de género, hace años se hablaba de “pacto de caballeros” y un apretón de manos bastaba para cerrar un contrato, fijar condiciones, etc.

Hoy, naturalmente las condiciones son diferentes y debe existir un documento con el que las partes se obligan a responder. Unos, con el servicio y los otros con la retribución, ya que si no, el acuerdo ya no se realiza.

Sume a ello el mal denominado ingenio del chileno, en que si ve oportunidad de hacer una trampa y evitar un gasto o generar un ahorro trasgrediendo los alcances de lo escrito, lo hace. Para ahondar el horror, a esto lo denomina “estrategia” y es también aceptado como una regla no escrita. Claro y directo.

He aquí alguno de los motivos por lo que la desconfianza está por todas partes y existe una persecución mutua. A nivel de empresas no se está ajeno a esta realidad, esa condición de desconfianza también existe, claro que de una manera más rebuscada y protocolar.

Hoy ya no basta necesariamente con que el acuerdo esté escrito, que el compromiso haya sido firmado o que los contratos existan. Muchas veces invocando la “coyuntura económica” las grandes empresas, que en esta zona son mayoritariamente del área de la minería, aprovechan su posición de ventaja para cambiar algunos de los términos transados.

El desequilibrio de poder se evidencia en estos días en las denominadas “renegociaciones” a que son invitadas muchas empresas en el contexto de la crisis del precio del cobre y el alza de la divisa extranjera. Los nuevos acuerdos muchas veces tienen menos consenso y más imposición, casi un “lo tomas o lo dejas”.

Esta situación ya la vivimos hace unos años atrás, pero no con la profundidad de hoy. Entendemos la situación que atravesamos como país, pero también apostamos a que el hilo no siempre se corte por lo más delgado. Esperamos que la reducción de costos no sea sinónimo de golpear a las empresas más pequeñas, sino que, en conjunto se busquen y materialicen soluciones que permitan “capear” la ola hasta que nuevamente podamos surgir, todos en conjunto y no unos a costa de otros.