Entrenando nuestra seguridad

23 / 05 / 23 Por: Alberto Iturra Benavides, presidente Comisión de Seguridad CChC Atacama
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El aprendizaje sobre nuestras acciones para poder prevenir situaciones de riesgo, es esencial en los espacios laborales. Tenemos que reconocer donde nos movemos, los implementos con los que contamos y su buen uso para asegurar nuestra integridad y también quienes están con nosotros, es decir nuestros compañeros, que, en caso de una emergencia, pueden salvar vidas.

Es lo mismo en la vida diaria. Las señaléticas en la vía pública son un buen ejemplo. Pero también la iluminación y estado de las calles, los cruces más peligrosos y espacios urbanos donde podríamos vernos enfrentados a una dificultad. En ambos casos, la relación positiva que logremos crear con el trabajo, la ciudad y los hogares, desde un punto de vista de la prevención, será crítico para nuestro bienestar y de quienes nos rodean.

Pero esto, por supuesto, aunque pudiera parecerlo, no es nada fácil. Los distractores son múltiples, existe un bombardeo constante de información que aporta poco al progreso de las personas, eso sin contar los estímulos, muchos contrarios a desarrollar una vida en comunidad, que encontramos en cada esquina. Además, las presiones aumentan en todas partes, exigencias crecientes que tienen efectos en nuestra salud física y mental, todo en el contexto de un mundo líquido, como definió Zygmunt Bauman, el famoso filósofo polaco-británico, al estado volátil de la sociedad actual, que nos hace permanecer en un constante estado de incertidumbre.

¿Cómo volver a focalizarnos en lo que hacemos, a concentrarnos en lo que realmente está pasando a nuestro alrededor, a estar en el momento y no siempre en otro lado?

Es el momento de fortalecer el autocuidado, pensar en uno mismo, no por egoísmo, sino que para poder ser un aporte al engranaje social. Identificar distracciones, tal como identificamos en nuestros espacios laborales los focos de posibles accidentes, aislarlos y así poco a poco recuperar espacios de bienestar, donde no estar siempre a la defensiva, que son situaciones que crean violencia y resentimientos, en base al aprendizaje que todos los días vamos adquiriendo.

De esta manera vamos creando patrones y desde los patrones sistematizar métodos, que debemos entrenar. En nuestros hogares, por ejemplo, podemos junto con nuestros hijos enseñarles a evitar o enfrentar acciones que los pongan en peligro; organizarnos con los vecinos para ayudarnos en caso que alguien lo necesite, poniéndonos en situaciones reales; potenciar simulacros de terremotos, tsunamis o aluviones, en el caso de las autoridades, incluyendo a la comunidad, pues todos somos vulnerables a estos eventos; crear gobernanzas, donde podamos contar con diversas miradas y experiencias; y con los compañeros de trabajo, sobre todo si estamos expuestos a incidentes, conocernos, repasar movimientos, repitiéndolos las veces que sea necesario, y coordinarnos poniéndonos en situaciones difíciles, pero seguras.

Necesitamos trabajar solos y en grupo para aprender a estar mejor y también fomentar redes de ayuda más robustas y estables, que al mismo tiempo nos entreguen seguridad. Entrenar juntos nos hará mejores y nos quitará presión en las tareas, lo que sirve, como hemos comentado, para la familia, los espacios laborales y la sociedad.

Alberto Iturra Benavides
Presidente Comisión Seguridad CChC Atacama