Desempleo en Atacama II

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Las últimas cifras conocidas de desempleo en Atacama, como ha sido una constante este año, nos hablan de una situación compleja a nivel regional. Basta sólo con comparar los trimestres móviles agosto-octubre de 2015 con el mismo período de 2016, donde hay una diferencia de 2,8 puntos porcentuales, pasando de un 5% el año pasado -que mantenía a la región bajo el promedio nacional- a un 7,8% -lo que nos deja entre las tres regiones con mayor desempleo-. En concreto, esto quiere decir que hay 10 mil 660 atacameños sin una fuente laboral.

En este escenario, podríamos incluso analizar de forma más fina las cifras entregadas por el INE. Si bien la fuerza de trabajo se ha mantenido durante el 2016 dentro de márgenes relativamente parecidos -hay 2 mil personas menos con posibilidades de trabajar desde el trimestre móvil enero-marzo-, el aumento de inactivos -personas que podría trabajar, pero que por distintas razones no lo hacen- ha sido notoria y probablemente es una de las razones por las cuales los índices de desempleo no se han disparado aún más.

En el trimestre móvil enero-marzo habían 93.910 inactivos y en el último trimestre analizado, es decir agosto-octubre, estos subieron a 98.370 personas. Son más de 4 mil 200 personas, que si estuvieran incluidas como desempleadas, considerando que el INE hace una comparación entre desocupados v/s fuerza de trabajo, la tasa de desempleo bien pudiera subir a dos dígitos, un límite complejo de atravesar.

Además, la precarización del empleo y su menor calidad también han ido de la mano con esta dinámica. Sólo para poner un ejemplo, el porcentaje de ocupados a tiempo parcial involuntario creció de 33,7% a 45,6%, comparando el trimestre agosto-octubre de 2015 con el mismo período de 2016.

Este fenómeno ha repercutido y seguirá repercutiendo en la economía regional. Las ventas inmobiliarias han disminuido en la primera parte del año; las ventas de supermercados han bajado en un 2,7%; y el comercio también se ha visto golpeado.

La pregunta es qué hacer en este escenario, tomando en cuenta que la actividad económica predominante, es decir la minería, pasa por momentos complejos por la volatilidad en el precio de los metales, lo que se traduce que en un año se han perdido 7.700 puestos de trabajo en ese sector. La construcción y el comercio dependen en gran parte de la reactivación de la minería, y el turismo, que tiene un tremendo potencial, aún tiene mucho por crecer.

En términos estructurales, nuestras propuestas son avanzar en mejorar la productividad, modernizar servicios y afianzar la alianza público-privada, para incentivar inversiones de manera sostenible, priorizando el crecimiento económico. En el caso de la construcción, creemos que la labor debe estar en potenciar la mano de obra y contratistas locales, generar mayores inversiones en infraestructura (donde las concesiones pueden ser un buen mecanismo) y realizar un trabajo sobre el territorio, que dé certidumbre a las inversiones futuras, en áreas como vivienda, que están relacionadas con el bienestar de las personas.

Distintas encuestas, entre estas Cadem, han exhibido que una de las principales preocupaciones de los chilenos es el desempleo. Ad portas de iniciar un nuevo año, el foco debe estar puesto en esta área, tomando en cuenta que es fundamental para mejorar la calidad de vida y, en el caso de Atacama, un punto de inflexión para nuestro futuro desarrollo.

*Juan José Arroyo, Presidente de la CChC Copiapó