De la ignorancia a la sabiduría

23 / 09 / 23 Por: Wilma Muñoz, presidente CChC Osorno
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Por Wilma Muñoz, presidente CChC Osorno

Publicada el sábado 23 de septiembre del 2023 en el Diario Austral Osorno

Si bien, de un tiempo a esta parte nos hemos vuelto expertos en casi todos los temas y con el auge de la inteligencia artificial vamos dejando atrás los conocimientos adquiridos entre libros, enciclopedias, sobremesas y tertulias… Hoy al calor de las brasas que se consumen junto con las conversaciones y los últimos tintineos de septiembre, regresan a la memoria antiguas historias…como aquella del biólogo y un campesino que casualmente se encontraron de viaje en el mismo vagón del tren, camino a casa.

Mientras el biólogo revisaba afanosamente los libros que llevaba consigo y tomaba apuntes, el campesino recién instalado en su asiento, lo observaba con curiosidad hasta que se atrevió a preguntar a que se dedicaba con tanto interés. El hombre respondió algo molesto, que era un renombrado científico y se dedicaba al estudio de todo tipo de animales e insectos.

¿Es decir que Ud. conoce todas las especies de animales que existen en la tierra?, inquirió con sorpresa el campesino. “Así es” contestó el experto y como se imaginó que aquel personaje no lo dejaría en paz lo desafió a que le formulara una pregunta al respecto y colocando sobre la mesa una bolsa agregó: “si no soy capaz de responderla se lleva Ud. estas 100 monedas, pero si acierto a la respuesta, me quedo con su dinero.”

Preocupado el hombrecito declaró que solo llevaba una moneda en el bolsillo. Ante lo cual y muy seguro de sí mismo, el erudito no puso objeción.

Tomando su tiempo el campesino preguntó: “¿Cómo se llama aquel animal que tiene plumas, nace de un huevo, se alimenta de leche materna y luego camina en cuatro patas?”

El biólogo pellizcando su barbilla pensó un rato, abrió su libreta, revisó sus enciclopedias, dio vuelta su maleta de libros, hasta que el silbato del tren anunció la proximidad de la siguiente estación y con gran frustración declaró que no sabía la respuesta. El hombrecito, colocándose el sombrero, cogió la bolsa de 100 monedas y se dispuso a salir del vagón. En ese momento el biólogo, aún sorprendido por no conocer la respuesta, le preguntó: “¿Pero dígame antes de irse… ¿Qué animal tan extraño es aquel que Ud. mencionó?”

Y el campesino sacando del bolsillo la moneda que llevaba, se la ofreció diciendo: “La verdad es que yo tampoco lo sé. Así es que estamos a mano” Y despidiéndose gentilmente de su compañero de viaje, se esfumó entre la multitud.

Qué tal si declaramos nuestra ignorancia y nos dejamos sorprender por lo que aún no conocemos. Tal vez sea el mejor camino hacia la sabiduría… ¿no cree Ud.?