Ciudad: bagaje cultural y arquitectónico

08 / 10 / 15
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La ciudad es la más grande y la más hermosa obra de arte de la historia humana. Al verla de esa manera uno se aleja un poco de la superestructura del modo de producción y comienza a distinguirla como un fenómeno que ordena el modo de habitar. La ciudad no es una reunión de individuos autónomos, sino un conjunto de personas que se conciben a sí mismas en función de su pertenencia a la ciudad, esa pertenencia es un derecho y deviene en obligación, por lo tanto se hace esencialmente política en ello.

Ad portas a la tercera jornada de conversación organizada por la Cámara Chilena de la Construcción en Valdivia, donde se reflexionará en torno a la ciudad desde la arquitectura circundante y el paisaje histórico y presente, advertimos que para que la cuidad pueda mantener su curso no hay que pensarse en esto de ser arquitectos como que estar aquí es un accidente y que nuestro quehacer es una función eventual, sino que es una función esencial en la que todos participamos, como diseñadores de una buena planificación urbana. La ciudad se vuelve nuestra responsabilidad.

Pensemos en la belleza de la ciudad como un hecho concreto, comprobable y medible, que no solo se puede demostrar sino que es la clave del éxito y en gran medida responsable de la calidad de vida de sus ciudadanos. La belleza no es subjetiva desde ese punto de vista, y su estructura del orden constituye un atractivo, por eso mucha gente prefiere pasear por París que por Frankfurt. Ese orden es el que convoca y obliga, la sociabilización urgente mencionada por Juan Andrés Varas en el anterior coloquio y que desde su punto de vista es una estrategia, un nuevo diseño constitucional, que cautela, cuida y cultiva el bien común, lo que en palabras de Manfred Max Neef solo se consigue con autonomía. Una estructura de trabajo que permita ordenar y dar cabida institucional a las competencias, recursos administrativos, financieros y técnicos de los servicios públicos que deberían ser traspasados a las regiones y ahí delante de ese hecho, alentado por la Comisión de descentralización política y fiscal, que propone la transformación de la estructura territorial del estado desde una nueva autoridad ejecutiva regional con elección directa, que maneje y dirija el gobierno y la administración regional, que presida el consejo y se haga de las competencias del gobierno.

La ciudad es un acuerdo de voluntades y ella debe satisfacer las necesidades de todos, merced de la interactividad que en ella se ocasiona. Empleo, Medio Ambiente, Salud Educación, crecimiento económico y equidad social, y los arquitectos siempre estaremos en el centro de cada uno de estos asuntos sociales. Permítanme dejarlos con una pregunta: ¿si los rascacielos postulan a una cuidad en sí, o las tradiciones gastronómicas a otra, a que postulamos esta ciudad? ¿Sabemos bien porque lo estamos haciendo?

Eduardo Carrasco, Arquitecto, Socio CChC Valdivia