Agua que no has de beber…¿déjala correr?

16 / 02 / 19
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Por Alicia Vesperinas

Presidente CChC Osorno

Publicada en Diario Austral Osorno el 16 de febrero del 2019.

La historia nos enseña que todas las grandes civilizaciones han tenido como factor en común el uso, manejo y dominio del agua. El agua aseguraba la supervivencia humana: mediante el riego se gatilló el auge de la agricultura, los ríos servían de defensa y vías de comunicación y consecuentemente, en sus riberas se ubicaron los asentamientos humanos. Cuesta creer que hace miles de años ya existían presas, canales, baños públicos, alcantarillado y sistemas de potabilización. Solo en Roma, a fines del siglo I existieron más de 500 kilómetros de acueductos de los cuales 400 eran subterráneos.

Por increíble que parezca, aún hoy en pleno siglo XXI, tres de cada 10 personas en el mundo, es decir 2.100 millones no cuentan con acceso al agua potable y 4.500 millones no poseen servicios sanitarios adecuados de acuerdo con un informe emanado por la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, y como es de esperar coinciden con la población más pobre del planeta.

Afortunadamente la realidad chilena es distinta. Contamos con más del 99% de cobertura de agua potable y alcantarillado en zonas urbanas. Sin embargo, nuestros desafíos son otros. Las recientes lluvias en el norte nos muestran lo destructivas que pueden ser las aguas arrasando poblaciones enteras si no se respetan sus cauces naturales. En la zona central la escasez de agua enfrenta a quienes tienen derechos de usos con quienes se ven desprovistos para sus propias necesidades. Y por nuestra zona, los recientes episodios de contaminación de ríos y lagos con aguas servidas dejó en evidencia el atraso en materia de obras para el manejo de aguas-lluvia que arrastramos lo que deberá ser prontamente resuelto por las autoridades si no queremos seguir repitiendo este bochorno.

Nuestra bella región tiene grandes embalses naturales, contamos con lagos que totalizan 1.500 km2 de superficie asegurando la dotación de agua para muchas generaciones futuras. La escasez no es nuestra preocupación. Para hacerse una idea, el mayor embalse artificial, el lago Colbún tiene 57 km2. Con un uso racional es posible pensar, en usos alternativos y complementarios tanto recreativos como productivos y por qué no, para generar energía limpia y renovable atacando de raíz y para siempre la contaminación del aire que sufrimos en el sur. Alcanza para todo si se hace bien y con horizonte de largo plazo.

Si la naturaleza nos regaló este recurso, ¿qué haremos? ¿Dejarla correr? Creo que nuestros ancestros no nos entenderían.