Actividad de la construcción se mantiene en bajos niveles de crecimiento en Bío-Bío

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Durante agosto, el Índice de Actividad de la Construcción Regional (INACOR) para la región del Bío-Bío, arrojó un crecimiento de un 2,5% -cifra que si bien es 0,5% más alta que el mes anterior- sigue dando cuenta del proceso de estancamiento y debilitamiento que está experimentando la actividad sectorial a nivel regional.

Así lo explica el presidente de la CChC Los Ángeles, Claudio Moraga, quien señaló que “desde enero sabíamos que tendríamos un año complejo dado el escenario económico, las menores iniciativas de inversión privada y la reducción del gasto público”.

En ese sentido, el Presidente, señala que para el período analizado “salvo el dinamismo que aún mantiene la construcción de viviendas con subsidios, la inversión privada en vivienda mantiene una lenta tasa de reposición y lo que hoy existe es producto de proyectos planteados con anterioridad que se están concretando. Así también, en lo que se refiere a construcción de obras públicas, la lentitud de las licitaciones ha sido determinante en las menores perspectivas en torno al desempeño del sector”.

A su vez, recalca que “la aprobación de permisos para la edificación en la provincia durante el año está exhibiendo una fuerte caída la que según cifras a la fecha lleva un 44% de contracción en doce meses. Asimismo, en lo que va del año tenemos una baja de un 60% (ene-ago) lo que claramente indica que el sector está deprimido y pesimista respecto a su crecimiento”.

Esto también tiene relación con lo que ocurre a nivel nacional donde el Índice Mensual de Actividad de la Construcción (IMACON) aumentó 1,0% anual, cifra inferior a la observada en el mes inmediatamente anterior (1,5% anual) y al crecimiento promedio anual de los últimos cinco años (4,9%). “El indicador anotó en el margen  una contracción de 0,2%, ubicándose por sexto mes consecutivo, bajo la tasa promedio mensual de mediano plazo (0,4%)[1], lo que es síntoma de que el sector experimenta una etapa de desaceleración de su actividad”, explicó.

En el corto plazo, si bien la confianza de los empresarios de la construcción repuntó levemente durante agosto, ésta continúa permaneciendo en un régimen pesimista, incluso, algo menor al experimentado durante la recesión de 2009.  Es decir, se mantiene el deterioro, lo que constituye, en sí mismo, un riesgo para el crecimiento del sector, principalmente, porque su inercia podría dar lugar a lo que en la literatura especializada se conoce como “profecías autocumplidas”.

Sin embargo, el presidente de la CChC, Claudio Moraga, valoró los últimos anunciados realizados en torno a que en diciembre se concretaría la licitación de la esperada ruta Q-180 y de los recursos aprobados para el diseño del centro fronterizo Pichachén, obras que van a generar un impulso para el crecimiento del sector ya que “tal como lo hemos señalado desde la CChC, la infraestructura es clave para que nuestra provincia crezca y se desarrolle, entregando progreso y la calidad de vida a las personas”.

“Según nuestro último Informe Infraestructura Crítica para el Desarrollo (ICD), se observó que las necesidades de inversión en infraestructura que nuestro país requiere concretar al año 2025, son de un total de 151.000 millones de dólares.  De toda esta inversión lo que necesariamente debe ser público es del orden del 10%, el 90% restante, se ejecuta privadamente o bajo alianzas público-privada, que es lo que queremos para dar mayor dinamismo al sector”, explicó.

Finalmente consultado sobre cuáles serían las principales consecuencias de este crecimiento negativo, el Presidente del gremio de la construcción, aclaró que “ciertamente el impacto está en la generación de empleo, ya que por cada puesto de trabajo que la construcción genera se crean dos o tres de forma indirecta, si tenemos bajo crecimiento, se destruyen plazas de trabajo que afectan a la comunidad”.

Análisis de los subcomponentes que explican las cifras a nivel nacional

La contratación de la mano de obra (corregida por los efectos estacionales y calendario) registró un alza de 4,5% anual en agosto, cifra que debe ser vista con precaución, toda vez que el empleo sectorial es mayormente explicado por el dinamismo de la categoría cuenta propia.

El empleo dependiente retrocedió 0,9% anual en agosto, lo que significó la destrucción de 4,4 mil plazas de trabajo en un año (versus 9,6 mil y 0,5 mil generadas en los meses de junio y julio, respectivamente)[2], mientras que los ocupados por cuenta propia, presentaron un alza de 13,5% en agosto, es decir, se incorporaron al sector 22,2 mil trabajadores independientes (versus 18,4 mil observados en junio y 19,2 mil en julio)[3]. Esta situación sesga el indicador sectorial por motivos distintos a un real mayor nivel de actividad.

Con relación a la demanda de materiales para la construcción, el índice de ventas de proveedores retrocedió 3,8% anual en agosto, cifra que acentúa el descenso observado en los últimos cuatro meses.

Por su parte, el índice de despachos de materiales (que aproxima la demanda de materiales de obra gruesa) experimentó un avance de 4,7% anual en agosto (versus 10,2% durante el mes anterior). Este resultado se debe a la menor provisión de barras de acero para hormigón, cemento y fierro.

La actividad de contratistas generales (CCGG) (medida en trimestre móvil desestacionalizado) avanzó 12,5% anual en agosto, lo que se condice con el efecto de menor base de comparación observado en la edificación para el comercio, actividad de obras públicas seguido por obras civiles y montaje, ítem preponderante en la composición del indicador de CCGG.

La aprobación de permisos para la edificación nacional (medidos en m2 y expresados en promedio móvil de tres meses desestacionalizado) exhibió su quinta contracción anual consecutiva durante agosto. Según cifras preliminares, la superficie aprobada para la edificación registró una caída de 34,3% en doce meses, luego de que en los meses de mayo, junio y julio retrocediera 12%, 21% y 31% anual, respectivamente.

 

[1] Tasa mensual promedio de los últimos cinco años (se excluyen el período de crisis subprime).
[2] Basado en las series desestacionalizadas.
[3] El INE publica una descomposición del empleo sectorial en cuatro categorías que son: (i) asalariados; (ii) cuenta propia; (iii) empleador, y (iv) familiar o personal no remunerado.