El club de los 25

01 / 08 / 14

Una tarde, de regreso a Coquimbo desde La Serena y en pleno horario punta, tuve la “mala” ocurrencia de utilizar la Ruta 5 Norte, lo que significó un lapso de 45 minutos hasta llegar a mi hogar. Atrás quedó la expedita doble vía que nos permitía eludir tacos y reducir los tiempos de desplazamiento, para convertirse en una tediosa experiencia que incomoda tanto a quienes manejamos como a quienes utilizan la locomoción colectiva, que es el 53% de la población.

El desarrollo tiene sus costos, de ello no hay dudas. Sin embargo, como Cámara Chilena de la Construcción no estamos dispuestos a que se rebaje la calidad de vida, por eso vemos con buenos ojos la estrategia pública de intervenir 25 ciudades a lo largo de Chile para rebajar la congestión vehicular y donde dos pertenecen a la región: La Serena - Coquimbo y Ovalle. La primera tiene un universo de 413 mil residentes y la segunda de 112 mil.

De acuerdo a Sectra, sólo en la conurbación se realizan más de 528 mil viajes diarios, de los que aproximadamente la mitad (258 mil) corresponden a transporte público. Esto, sumado a un sinnúmero de obras, intervenciones de rutas y un parque automotriz de 175 mil vehículos. En tanto, la capital de la provincia de Limarí ha sufrido por vías estrechas, un crecimiento urbano sorprendente y un registro vehicular de casi 28 mil autos.

Entonces ¿qué hacemos? Como gremio de la construcción participamos en diversas instancias y créanme que nos hemos dado cuenta que la congestión es mera consecuencia de un problema estructural: La falta de visión pública y privada de la urbe. Acá todos debemos hacer un mea culpa y lejos de buscar responsables, es momento de sentarnos a conversar sobre qué queremos.

Primero depurar la mirada de los Planos Reguladores Comunales y hacerlos un instrumento capaz de resistir los flujos y demandas de aquí a 30 o 50 años. Segundo, darle prioridad a nuevos modos de transporte, tal como lo son las alternativas de un trolebús y un metrotrén que reducirían a la mitad el tiempo estimado para desplazarse en la conurbación. Y tercero, promover el sistema de concesiones para quitarle presión al Estado y así agilizar las obras. De esa manera conservaremos la calidad de vida y seguiremos siendo competitivos.

Acá todos debemos hacer un mea culpa y lejos de buscar responsables, es momento de sentarnos a conversar sobre qué queremos.