Los proyectos críticos que tiene hoy en status quo a Calama

26 / 12 / 13
CALAMA-PANORAMICO-3_web.jpg CALAMA-PANORAMICO-3_web.jpg

Numerosos son los proyectos que tienen en carpeta las autoridades para el desarrollo de Calama, sin embargo muchos de ellos se mantienen en “statu quo” o  tienen algún tipo de inconveniente para su terminación definitiva.

Estandarte de estos proyectos denominados “críticos” es el nuevo Hospital Carlos Cisternas. Con una inversión total cercana a los 44 mil millones de pesos, el recinto que debió estar listo en octubre pasado, sufrió una paralización de obras luego que las empresas del Consorcio Comsa Pilasi cayeran en incumplimientos de contratos. Aquello llevó al Ministerio de Salud a poner término anticipado al contrato y determinar que una entidad liquidadora realizara un análisis a la construcción para establecer el avance obra, plazos y recursos necesarios para completar las instalaciones.

“La irregular administración del contrato del hospital y la posterior quiebra de una de las empresas del consorcio a cargo, significó que se solicitaran nuevos recursos para poder terminar las obras. Esto, sin duda, obedece a una falta de gestión, porque las platas del Estado no fueron debidamente resguardadas”, asegura el diputado por la zona, Marco Espinosa.

Si bien la obra presenta un 60 por ciento de avance y el Gobierno destinó 9 mil millones de pesos adicionales para reiniciar su construcción en enero de 2014, para el parlamentario es la ciudadanía la principal damnificada con este atraso

“Hay gente se ha muerto por no contar con pabellones o especialistas que atiendan enfermedades o intervenciones complejas. Y no entendemos que por falta de fiscalización y gestión, se vuelvan a retrasar las obras. Es un abuso”, añade Espinoza.

Línea que divide

Otro proyecto crítico de la capital minera de Chile es la línea férrea que divide de sur a norte la urbe, cuya estación de las pesadas máquinas está en pleno corazón de Calama. Dada esta situación, hace años se discute la posibilidad de trasladar definitivamente sus rieles para contribuir a la disminución de la congestión vehicular al eliminar los cruces ferroviarios internos, lo que mejoraría la circulación.

“No es una idea antojadiza, porque la existencia de la vía férrea rigidiza la conectividad interna y es uno de los factores que limita fuertemente la movilidad. Sus vías cruzan por el corazón de Calama, constituyendo una barrera interior que obstaculiza la conexión del centro con las nuevas áreas de expansión de la urbe, en especial con el sector Topáter. Así también provoca tiempos de detención mayores a los vehículos en los más de 18 cruces que existen, incrementando la congestión”, expone Luis Farías, presidente de la Cámara Chilena de la Construcción.

Ambientalmente también traería un beneficio pues reduciría las concentraciones de material partículado que arrojan las locomotoras. Igualmente, respecto al uso del suelo, permitiría el desarrollo de proyectos en la franja que utiliza la vía, en cuyo lugar podría desarrollarse, por ejemplo, el proyecto Parque Balmaceda.

En septiembre pasado se dio a conocer una Evaluación Técnica y Social, realizada por Codelco con el objeto de ver opciones de traslado de líneas férreas. Una de las posibilidades es trasladarla al sector periférico oriente de la ciudad, sin embargo el costo sería de 11 mil millones de pesos.

“Nos preocupa que la alta inversión necesaria para concretar ese proyecto y la ausencia de financiamiento concreto, impida que se ejecute y quede solamente como una propuesta, un anhelo, un estudio más como ha ocurrido con otros proyectos”, agrega Farías.

Si bien la empresa de Ferrocarriles Antofagasta- Bolivia (FCAB) no se ha opuesto, sí ha dejado claro que el eventual traslado dependerá de los recursos que se inviertan, costo que ellos no asumirían por ahora.

Falta de terrenos

Paradójicamente otros de los temas críticos en Calama es la falta de terrenos para la construcción de viviendas sociales en la ciudad. Y los pocos disponibles tienen un costo elevado que no muchas constructoras se atreven a pagar.

Un caso emblemático es el sector denominado Seccional Topáter cuyos terrenos disponibles (29 hectáreas) pertenecen al Ministerio de Bienes Nacionales. El organismo estatal inició a mediados de año la licitación de tres paños en el lugar para construcción de viviendas, de los cuales sólo dos fueron adjudicados. El resto no tuvo ofertas.

La licitación se hizo por valor comercial, teniendo un costo de 300 mil UF que corresponden a 10 hectáreas que corresponderían a un paño. Tal situación provocó reclamos de los potenciales interesados dado el alto costo, lo que dificulta la construcción de viviendas sociales, una de las grandes carencias en Calama.

En su momento la mesa directiva de la Cámara Chilena de la Construcción local también mostró su insatisfacción tras conocer el Plan de Licitaciones 2013 dado a conocer por el  Ministro de Bienes Nacionales, Rodrigo Pérez, en Antofagasta.

“En el caso de Calama necesitamos terrenos para expandirla a nivel industrial y habitacional dado que estamos escasos de superficies y es una realidad que todos conocen”, expone el ex presidente y hoy past presidente del organismo gremial, Carlos Villablanca, sobre el inédito plan de licitaciones.

En todo caso la nueva idea de las autoridades de Bienes Nacionales es licitar 27,5 hectáreas en dos sectores del seccional Topáter, lo que permitiría ampliar la oferta de viviendas y mejorar la calidad de vida de los habitantes de la capital provincial.

La nueva licitación correspondería a un área urbana de 11 lotes, cuyo uso de suelo permitirá el desarrollo de proyectos residenciales, considerando además un área de equipamiento para generar un desarrollo planificado de la expansión natural de la ciudad.

“El plan de licitaciones del ministerio apunta a ampliar la cantidad de terrenos disponibles en la región, lo que conlleva una mayor oferta inmobiliaria y de equipamientos. Esperamos que estas medidas incidan positivamente en el mercado y que al menos  los precios no sigan elevándose”, señaló el  subsecretario de la cartera, Juan Carlos Bulnes, en respuesta a la crítica emanada de diversos sectores de la ciudadanía.

El MINVU y el SERVIU también diseñaron un Plan Estratégico de Manejo de Suelo y un Plan Territorial, que permitiría, en un plazo de cinco años, absorber la demanda habitacional regional. No obstante no contaban con que los terrenos destinados en la seccional Topáter para la construcción de viviendas presentarían otra traba. Las comunidades indígenas, avaladas por el Convenio 169, solicitaron la protección del sector catalogado de interés patrimonial.

“Llegaremos hasta las últimas instancia para proteger este territorio donde vivieron y descansan nuestros antepasados”, advirtió el dirigente Esteban Araya, representante del Consejo Autónomo de Ayllus sin Fronteras y representante en la Conadi.

Con un déficit habitacional como el existente en Calama, de casi 4 mil viviendas, las  hectáreas que tienen el SERVIU y el Ministerio de Bienes Nacionales, lamentablemente tampoco alcanzaría a cubrir ni la mitad de la demanda actual. Este adverso escenario sólo cambiaría si la totalidad de los terrenos fueran destinados a viviendas sociales para familias vulnerables, hecho que por ahora se ve difícil.

“La necesidad de terrenos para viviendas es absolutamente necesario. Pero cuando se habla de Topáter donde habrá casas de un tipo y entre medio le ponemos viviendas sociales seguiríamos dando rienda suelta al desarrollo heterogéneo de Calama. Lo que sería importante es hablar de la necesidad de tener un plan regulador definitivo, acompañado con un plan de desarrollo urbano que permita definir áreas de desarrollo de viviendas de diferente tipo”, reflexiona finalmente el directivo de la CChC, Víctor Realini..

Lo anteriormente expuesto son sólo algunos proyectos críticos que hoy tiene Calama y que mantienen en statu quo su avance. De su solución y pronta concreción depende que se convierta en el corto plazo en una de las urbes más pujantes en cuanto a servicios, infraestructura y crecimiento inmobiliario en el norte del país, hecho que de paso favorecerá la calidad de vida de sus habitantes.