Valor de la Energía

20 / 12 / 13

Se echarán de menos. Cuando la desaceleración de la economía continúe su rumbo, consistente con la situación de los mercados internacionales, y las empresas que operan en el país se vean obligadas a revisar sus planes de inversión y el desempleo no se ubique en niveles históricamente bajos, entonces todos –sin excepción ni distinciones de ninguna clase– echaremos de menos a aquellas industrias que no han podido sobrevivir o que han debido emigrar al extranjero a consecuencia del elevado costo de la energía.

Solo para insistir en lo que parece sabido, la Agencia Internacional de Energía estimó que entre los años 2000 y 2011 el costo de este insumo para los industriales chilenos se duplicó y, además, en 2011 nuestro país pagó por él 50% más que las naciones industrializadas de la OCDE.

Ayer fue una empresa que produce y vende tubos de cobre la que –entre otros motivos, por el alto costo de la energía– anunció que cerraría sus operaciones. Antes fue el turno de una fábrica de cerámicas y de una planta productora de papel, mientras que, enfrentadas al mismo escenario, las compañías cementeras están importando el 40% del clinker que requieren como materia prima, con lo cual desapareció una relevante actividad local. Unos cuantos proyectos mineros también han informado su postergación por la inseguridad en el suministro eléctrico y los costos de éste. Y la lista suma y sigue.

Nada de esto era inevitable. La intransigencia de unos, la defensa de intereses particulares de otros y la incapacidad de todos para construir consensos que permitan la oportuna materialización de los proyectos de energía están pasándonos la cuenta. Chile puede y debe revertir esta situación, pues está en condiciones de hacerlo. Incluso debimos haberlo hecho hace años. Pero, aunque sea tarde, no se puede seguir poniendo en riesgo el desarrollo del país y, lo que es más importante aún, el bienestar de las personas.

Daniel Hurtado Parot

Presidente

Cámara Chilena de la Construcción

No se puede seguir poniendo en riesgo el desarrollo del país y, lo que es más importante aún, el bienestar de las personas.