VIVIENDA SOCIAL, UN DESAFÍO PERMANENTE

19 / 08 / 13

Alejandro Cornejo Barrales, Past President  CChC Coyhaique

Un estudio realizado recientemente por el Departamento de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad Católica (Dictuc) respecto al uso de las residencias otorgadas entre los años 2007 y 2010, señala que sólo el 82,8% de las viviendas sociales construidas en el país son ocupadas por los beneficiarios, y el saldo, casi un 13%, están desocupadas y habitadas de manera irregular.

A nivel regional, el estudio señala que Aysén tiene una tasa de ocupabilidad del 92,9%, siendo la segunda más alta del país, después de la Región de Los Ríos, indicador que evidencia la honestidad de nuestros pobladores al postular a los programas de vivienda y al diagnostico realizado por las entidades patrocinantes y Serviu. El mismo estudio señala que solo el 4,8 % de las viviendas construidas en nuestra zona están en condiciones irregulares de uso.

Partí con este “dato duro”, para reflexionar respecto de la demanda habitacional y del mercado inmobiliario de la Región de Aysén.

Es evidente que la vivienda social ha ido mejorando sustantivamente en los últimos años, producto del crecimiento económico del país y de las adecuadas políticas públicas del sector. Hace 30 años, la vivienda social era de 16 m2 (vivienda progresiva) y la materialidad se basaba fundamentalmente en tabiquería sin revestimiento interior, con una mínima aislación a la vista y con revestimiento exterior en muros y techo de zinc, hoy las viviendas sociales tienen 42 m2 en aumento y su materialidad es de una calidad que asegura una mayor durabilidad y se adecua al rigor de nuestro clima patagónico (viviendas térmicas).

La oferta de vivienda social en la región, no obstante el esfuerzo de los últimos años, es aún insuficiente y requiere de un ritmo mayor si queremos responder a la demanda existente. Para ello, se requiere de una planificación de mediano y largo plazo que asegure la disponibilidad de terrenos apropiados, con valores de acuerdo a los montos considerados para este ítem en los subsidios y con una ubicación que permita conformar barrios integrados que dispongan de equipamiento adecuado a los nuevos tiempos, todo ello junto a una corrección permanente de los montos de los subsidios que reflejen la realidad del costo de construcción en las ciudades y localidades de nuestra región.

Al mismo tiempo, se debiera fortalecer el proceso de reposición de viviendas sociales asignadas en los años ‘80 y ‘90, una tarea que requiere mejorar los subsidios considerados en el programa de mejoramiento y ampliación de la vivienda (programa de protección al patrimonio familiar), con montos acordes al mercado local, que dé solución efectiva a una realidad que en poco tiempo puede hacer crisis. No es posible que en el Chile, que quiere entrar al club de los países desarrollados, se mantenga un importante número de familias viviendo en condiciones que no se condicen con los grados de desarrollo que el país muestra en otros ámbitos de la sociedad.