Crecimiento y desarrollo de la ciudad de Copiapó

27 / 06 / 13

En estos últimos tres años, contando desde el 2011 hacia adelante, nunca se vio en Copiapó un crecimiento en torno al mercado de la vivienda tan grande como el que podemos observar hoy. Hace 30 años, con las restricciones en cuanto al Plano Regulador Comunal (PRC) que existía (hechos en función de sismos que había vivido la capital de Atacama en el pasado, que prácticamente habían dejado a la ciudad en el suelo), que prohibían construir en más de 2 pisos de altura, nadie hubiera pensado que la construcción en altura estaría llegando actualmente a los 16 pisos y el promedio, entre los distintos edificios de la ciudad, por largo supera los 10. Es una ciudad que tiene un aire a gran urbe dentro del panorama nacional, ya no a “campamento minero”, como algunos la catalogaron en el pasado.

Según un catastro realizado por el Área de Estudios de la Cámara Chilena de la Construcción de Copiapó, en el último trimestre contamos con 21 proyectos inmobiliarios en ejecución, lo que entrega un saldo de 3.612 unidades de vivienda, de las cuales el 78% corresponden a departamento y el 22% restante a casas. Llama la atención, entonces, como primer dato, este cambio de paradigma entre la población que vive en Copiapó, que siempre fue vista como preferentemente relacionada con la construcción de baja altura y hoy comienza a vivir separada del piso. Hay un cambio generacional, podríamos decir, en cuanto a la vivienda.

Esto viene aparejado al crecimiento económico de la región en los últimos años, que ha generado una alta demanda laboral, por lo que han llegado a Copiapó muchos profesionales jóvenes y trabajadores por obras transitorias; ambos grupos, se puede desprender por distintos factores, están prestos a arrendar más que a comprar. En este caso, el sector privado ha sabido leer estas necesidades, por lo que han desembarcado en la ciudad grandes empresas inmobiliarias desde otras latitudes del país, que han mejorado el estándar de construcción y han ajustado con sus proyectos estos nuevos modos de vida. Un ejemplo: en Atacama, anteriormente no existían los departamentos de hasta 40 m2, hoy sí existen, como los de un ambiente o con oficina (los denominados “home office”), que justamente se encargan de esta nueva población.

Vemos una ciudad, entonces, que se densifica, es decir, que crece con gran volumen -hacia arriba en un mismo lugar-, y ya no tiende extenderse en cada crecimiento demográfico. Esto trae beneficios, como que se genera optimización del escaso suelo que tiene la ciudad (y, por lo tanto, hay espacios en la ciudad que pueden ocuparse para otras funciones, como áreas verdes) y, por el lado de los usuarios, como están agrupados por sectores, es más fácil tener cercanía con los servicios, como supermercados, espacios de esparcimiento, etcétera; pero, esta densificación también genera un impacto social en las zonas céntricas, pues hay más concentración de personas, atochamientos dada la alta cantidad de vehículos, y cuellos de botella en materia de infraestructura vial, que no se lograron visualizar en su momento y menos, obviamente, mitigar ya sobre la marcha.

Un ejemplo claro de lo que comento, es el sistema de transportes, que dada la densificación (muchos habitantes en un mismo lugar) tuvo –y creemos aún tiene- una oportunidad real de optimizarse, para destrabar la congestión vehicular que se provoca en distintos puntos de la ciudad, justamente sacando carga sobre la movilización particular, para dársela a la locomoción colectiva. Obviamente, con el transporte público que existe actualmente, que por sí sólo está sobrecargado -¿cómo podría de esta manera, entonces, liberar otro tipo de locomoción?-, difícilmente esto pueda cambiar. Lo mismo con la infraestructura vial urbana, donde podemos ver en distintos puntos de Copiapó una necesidad urgente de cambios.

¿Qué hacer entonces?

La infraestructura vial y los servicios públicos de las ciudades, deben crecer al ritmo inmobiliario, que no aumenta por simple capricho, sino que responden a fenómenos fundamentalmente demográficos, es decir, responde a una necesidad. Por lo mismo, un buen dato para tener en cuenta la planificación de la ciudad, sumado al diagnóstico actual, es saber cómo está creciendo la ciudad, en qué lugares se está densificando. En este sentido, actualmente (y siguiendo el mismo informe del Área de Estudios de la Cámara Chilena de la Construcción de Copiapó), los proyectos inmobiliarios se encuentran repartidos de la siguiente forma: un 52% se ubica en los callejones, un 25% en el centro, un 13% en La Chimba y un 10% en Paipote. Son zonas, donde es bueno, empezar a ver mecanismos de mitigación. Lo mismo se debe hacer con los nuevos proyectos de viviendas sociales, que también deben contar con funcionalidades que ayuden fundamentalmente al acceso, tanto de las personas a los lugares, como de los lugares a las personas.

En momentos como éste, donde se vive un incierto panorama económico por la escasez energética, que muchos ven con preocupación –incluido nuestro gremio-, es un buen momento para replantearse desde el sector público y también del privado cómo avanzar hacia una ciudad que no sólo se densifique –que es importante en el crecimiento- sino que mejore sus estándares de calidad de vida –se desarrolle- con proyectos que auxilien en el día a día los accesos a las necesidades de toda la población. Para eso, como institución gremial ligada a la región, Cámara Chilena de la Construcción de Copiapó, creemos cumplir un papel fundamental de nexo y, como siempre lo hemos hecho, esperamos que con un trabajo en conjunto podamos seguir avanzado hacia una ciudad que cada día podamos habitar con mayor comodidad. La capital regional ha cambiado: Ya no vivimos en un lugar de paso, sino que, un lugar, donde las personas llegan para quedarse.

Alberto Guerrero Mercado
Presidente CChC Copiapó

La infraestructura vial y los servicios públicos de las ciudades, deben crecer al ritmo inmobiliario.