Las lecciones de Américo Vespucio Oriente

25 / 01 / 13
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El proyecto Américo Vespucio Oriente (AVO) ha vuelto a foja cero, convirtiéndose así en un lamentable muestrario de algunos de los principales problemas que demoran o abiertamente impiden la materialización de iniciativas que podrían reportar mejoras sustanciales a la calidad de vida de millones de chilenos.

Por ejemplo, en este caso, como en otros, los intereses de unos pocos amenazan con imponerse a los de la mayoría. Es cierto que una adecuada participación ciudadana puede mejorar notablemente una obra y/o contribuir a mitigar sus externalidades. Pero es inaceptable que pequeños grupos organizados hagan inviables iniciativas que contribuyen al bien común. Y sin embargo, eso es lo que sucede en Américo Vespucio Oriente.

Habiendo una razón de utilidad pública, lo que corresponde es que se aplique la ley. Que se proceda a expropiar, resguardándose que los afectados reciban las reparaciones y compensaciones necesarias para resarcir el perjuicio objetivo que esto pudiera causarles.

Ahora bien, en virtud de los beneficios que genera densificar en torno a la infraestructura de alto estándar, una alternativa es que se autorice la construcción en altura en el área expropiable. Como resultado, los actuales residentes podrían aspirar a mayores ingresos, tendrían la posibilidad de permanecer en el barrio adquiriendo alguno de los departamentos que allí se construyan y el beneficio social de todo el proyecto AVO aumentaría, debiéndose expropiar sólo los terrenos remanentes.

En términos generales, hoy las personas exigen tener mayor influencia en múltiples ámbitos. Es un fenómeno legítimo e irreversible y su resultado debiera ser bueno para todos. Pero una participación ciudadana mal entendida es tan dañina como evitarla o inhibirla. Urge, por tanto, que se creen mecanismos para que ésta permita articular sensibilidades diversas, pero sin convertirse en una traba insalvable para los proyectos o en una artimaña para obtener recursos económicos.

Se requiere, además, que las autoridades demuestren capacidad resolutiva. La voluntad de construir acuerdos es encomiable, pero los consensos absolutos no existen. Llegado el momento, se esperaría que actúen con decisión. De cara a la comunidad y con el convencimiento de que están cumpliendo con su deber.

Asimismo, es justo reconocer el empeño de la ministra de Obras Públicas, Loreto Silva, por sacar adelante el proyecto AVO. Nos consta y lo valoramos. Pero éste choca contra un modelo de gestión del aparato público en que –a falta de una institucionalidad que coordine y planifique integradamente– priman las visiones y los objetivos sectoriales, lo que resulta del todo ineficiente.

Por ello, proponemos que las funciones de planificación y de ejecución estén separadas. La primera debiera recaer en un organismo que aporte una mirada integradora y de largo plazo, capaz de priorizar la ejecución de los proyectos. El rol ejecutor, en tanto, recaería en los ministerios, los cuales debieran cumplir con plazos y metas previamente definidas.

Todo indica que Américo Vespucio Oriente no se convertirá pronto en una carretera urbana de alto estándar. Es de esperar que las lecciones que deja esta lamentable situación nos ayuden a crecer como sociedad y a desarrollarnos como país.

Daniel Hurtado Parot
Presidente
Cámara Chilena de la Construcción

Es de esperar que las lecciones que deja esta lamentable situación nos ayuden a crecer como sociedad y a desarrollarnos como país.