Una mirada al proceso de reconstrucción

10 / 04 / 23 Por: Bernardo Suazo | Presidente CChC Concepción
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El grado de ruralidad que tienen las zonas afectadas por los incendios obliga a una reconstrucción diferente y más planificada.

La reconstrucción de las zonas devastadas por los incendios forestales de febrero pasado es uno de los desafíos más grandes a los que nos hemos enfrentado como Región. En el proceso confluyen una serie de dimensiones que deben considerarse para lograr lo que hemos llamado una recuperación eficiente y óptima para los habitantes que han sufrido con la tragedia.

En primer lugar, estamos viviendo un tiempo de crisis económica y social, donde todo nos parece urgente y prioritario. Esta catástrofe obliga a readecuar esas necesidades y focalizar acciones y recursos que vayan con prontitud a quienes perdieron sus viviendas y toda una vida de esfuerzo por la emergencia. En las regiones afectadas más de 4 mil viviendas resultaron dañadas o perdidas totalmente, además de predios y terrenos quemados.

Así, la recuperación de viviendas debe ir de la mano con una restauración de las cadenas productivas de esas zonas.

En el tema de vivienda, sabemos, como gremio constructor, que su ejecución definitiva no es una tarea sencilla. Esto por el grado de ruralidad que tienen las áreas siniestradas y que obliga a ejecutar un proceso diferente al que se realizaría en sectores urbanos y con una logística también distinta.

La reconstrucción debe ser mucho más planificada y detallada, pues no existe una concentración de población, sino más bien localidades donde una casa está a varios kilómetros de otra.

A esta complejidad se suman dos fenómenos que hemos evidenciado en el proceso: burocracia y centralización. Ambos factores han llevado a un menor ritmo, por ejemplo, de la instalación de viviendas de emergencia y con eso a alejarse de la meta de habilitar 45 diarias, autoimpuesta por el Gobierno.

Sin duda, que valoramos el esfuerzo que autoridades locales y nacionales están desarrollando para llegar con las ayudas, sin embargo, creemos que estas medidas se entrampan en el aparataje estatal, imprimiendo una lentitud que la población afectada no merece ni entiende.

Algo similar ocurre con la toma de decisiones, marcada, tal como en otros temas, por el excesivo centralismo; lo que finalmente interfiere en la eficiencia del proceso.

Con todo, nos hemos puesto a disposición para aportar en esta labor con nuestras capacidades técnicas y de gestión. Teniendo además la experiencia de conocer la realidad local.

Sin duda, el desafío más allá de las viviendas que se deben levantar, será recomponer un tejido social de barrios y comunidades. Para esto es fundamental la colaboración público-privada, donde ambos sectores coordinen esfuerzos y aportes por el bien de los vecinos. Y para eso estamos disponibles.