Edificios Enfermos

19 / 08 / 15
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Cuando hablamos de edificios enfermos nos estamos refiriendo a aquellos que han sido edificados de manera no sustentable y que tienden a provocar enfermedades en las personas que los habitan sin que estos se percaten de ello, ya que síntomas como resfrío, dolores de cabeza y alergias pocas veces se asocian a que su causa se deba a una mala ventilación, descompensación de temperaturas, gases o vapores químicos en suspensión alojados en los espacios cerrados que ocupan a diario - el trabajo, por ejemplo - lo que trae consigo ausentismo laboral y baja productividad y en ocasiones alta rotación de empleados y un desembolso desgastante en términos de calefacción y/o aire acondicionado para las empresas o negocios instalados en dichos edificios lo cual es nocivo tanto para las personas como para el medio ambiente, debido a que el diseño de estas construcciones no considera eficiencia energética alguna en términos de temperatura, humedad, renovación del aire, buena acústica y una iluminación apropiada, excluyendo en muchos casos el uso de la luz natural.

Y, pese a que la denominación de edificios enfermos fue concebida en los años 80’s por la organización mundial de la salud, siguen existiendo edificios arquitectónicamente mal ideados y además, en la actualidad, a pesar de que existe una variada gama de materialidad para optimizar esta situación, no existe una real conciencia y una adopción de tenologías y diseños tendientes a mejorar la calidad del aire interior. El ingreso de un adecuado aire nuevo que posteriormente deberá calentarse o enfriarse según la estación, supone un gasto energético que muchas empresas escatiman y como consecuencia de ello, se produce la consecuente acumulación de microorganismos en el ambiente y además un gasto económico que se pudo haber previsto construyendo eficientemente.

Mejorar las condiciones del hábitat y reducir o evitar por completo los posibles efectos del síndrome del edificio enfermo constituye un desafío que debe adoptarse planteando un buen diseño desde un principio, ya que siempre resultará más costoso actuar sobre una mala construcción que rediseñar y corregir antes de construir. Asimismo, construir de acuerdo a las condiciones climáticas del lugar, puesto que la copia de diseños de otras ciudades o países con otras realidades y otros tipos de clima es un error ya que se pierde de vista el ecosistema local, por tanto, la construcción de un edificio enfermo siempre será un gasto energético y monetario.

Jean Pierre Lacrampe, Arquitecto, Socio CChC